08
Oct
10

Santorini

SANTORINI

Es de noche

y el taxi desde el aeropuerto,

compartido con un inglés

desabrido y mal educado,

nos deja en la calle

sin asfaltar

junto al «Rose Bay»

No importa el cansancio

deshecho el equipaje

paseamos entre las tabernas

que bordean la playa

allí en Kamari.

Aire cálido de verano

con olor a mar

voces vibrantes

ligera brisa agitando los tarajales.

La noche ha pasado con urgencia

y el día que amanece nos contempla

entre otros turistas

en la guagua que nos lleva

hasta Fira.

Decir Fira es decir Caldera

unos minutos bastan

para deambular entre los callejones,

laberinto cicládico,

y llegar hasta el borde donde asomados

ante aquel azul vertiginoso

nos decimos sin hablar:

«Valió la pena».

Como decía Borges en su «Golem»

-es el nombre la esencia de la cosa-

Y si Fira es la Caldera

Imerovigli es balcón sobre el abismo

mirador como Oia

a la que envidia sus puestas de sol

-inolvidables-

Rumor de mar serena

junto a la mole pétrea de Mesa Bunó.

Allí en Perissa, con el sabor

del vino griego – aspro- y del

calamar a la brasa

tras la siempre estimulante

horiatikí salata.

Arena negra y guijarros tibios

en las límpidas aguas de Perivolos

Apretada muchedumbre al pie

de la volcánica montaña

a cuyo abrigo está la Playa Roja

Descabezada hilera de gigantes-molino

en la laberíntica y blanca

tranquilidad de Emborio

Paisaje panorámico desde el Kastelo

viendo salir la luna sobre Pirgos.

Casitas blancas, iglesias ortodoxas

con sus cúpulas azul añil.

Anafi, como una isla peñón

se difumina entre mar y cielo

fantasma rosa violáceo en la distancia.

Igual que el Profeta Elías antes de ser arrebatado

por el carro de fuego

subimos a lo más alto de la isla

que es ese sitio cuyo nombre se repite

por todo el Egeo

Profitis Eliis.

Tortuoso camino permite acceder

A las ruinas de Paleo Thira

Estratégico rincón

Acrópolis vetusta y pobre

En la aspereza de Mesa Bunó

Que nos habla de un tiempo

De Humanidad en permanente guerra

De horizontes con naves

Y soldados en ellas.

Abajo en el resto de isla situado

En el sur

Tras milenios olvidada bajo capas de pómez

La vieja Akrotiri

Ha sido exhumada

Pompeya del mar de Creta

Talasocracia sepultada bajo metros de escombros

Expulsados por la ira de Efestos

Que hizo volar en pedazos

La isla casi entera

Creando a la vez la Caldera

(para los turistas)

Y el mito de La Atlántida

(para los poetas).

Momentos de sosiego buscando a mediodía

La escasa sombra arriba en Firostefani

Un baño refrescante abajo en Monolitos

O al anochecer saboreando un buen pulpo

En la taberna de Giorgos, en Kamari

Un albañil emigrante a Alemania

Que se expresa con soltura en alemán y español

Y aún recuerda lo que aprendió de latín…

Lo que nunca falta es ver la caída de un rojo sol

Sobre el Ferry que se aleja hacia Ios

para seguir después por Paros al Pireo.

Hay que estar en Oia, entre la muchedumbre

Agolpada junto al restaurado molino

Tras la vieja iglesia ortodoxa

Sobre los muros del castillo al final

De la vereda que asciende del puerto

Para inmortalizar el momento

Para todos irrepetible

Aunque sepamos que ocurrirá día tras día

La silueta oscurecida de Tirasia, al otro lado,

Parece una ballena cuyos ojos fueran las luces de Manolas.

Un curioso encuentro en la omnipresente taberna

Conduce al intercambio de correos electrónicos

Y desde Canadá, cuando ya no lo espero,

Recibo el mensaje y nuestra foto

Cuya contemplación motiva estos recuerdos.

Italia está ganando aquel partido a Francia

Mientras celebro mi cumpleaños

Bajo los rayos de la luna llena.

¿Seguirá siendo verdad que en Santorini

Hay más burros que personas,

más vino que agua y más iglesias que casas?

Alguna vez debió de ser verdad

para no quitar razón al viejo aforismo

pero ahora es el turismo la nueva religión

y hoteles y apartamentos los nuevos templos.

En el centro de la gran caldera azul,

Nea Kameni, pequeño islote negro, encierra

Bajo su rugosa corteza el volcán activo

Resucitado en los años cincuenta del siglo pasado

Tras milenios dormitando bajo el agua.

En el tiempo de la madre Gea

Nuestra historia es apenas un instante.

Larga vida deseo

A ese “croissant rocoso”,

Hermana pequeña de las Cícladas

En el Mediterráneo aquel de un tal Ulises

Al que Kavafis alargaba innecesariamente

El viaje de retorno a Ítaca, su casa,

Convirtiendo su Odisea homérica

En la madre de todos los viajes.

¿Volveremos?

Lo espero y lo deseo

¡unos años atrás allí fuímos felices!

 

 


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