SANTORINI
Es de noche
y el taxi desde el aeropuerto,
compartido con un inglés
desabrido y mal educado,
nos deja en la calle
sin asfaltar
junto al «Rose Bay»
No importa el cansancio
deshecho el equipaje
paseamos entre las tabernas
que bordean la playa
allí en Kamari.
con olor a mar
voces vibrantes
ligera brisa agitando los tarajales.
La noche ha pasado con urgencia
y el día que amanece nos contempla
entre otros turistas
en la guagua que nos lleva
hasta Fira.
Decir Fira es decir Caldera
unos minutos bastan
para deambular entre los callejones,
laberinto cicládico,
y llegar hasta el borde donde asomados
ante aquel azul vertiginoso
nos decimos sin hablar:
«Valió la pena».
Como decía Borges en su «Golem»
-es el nombre la esencia de la cosa-
Y si Fira es la Caldera
Imerovigli es balcón sobre el abismo
mirador como Oia
a la que envidia sus puestas de sol
-inolvidables-
Rumor de mar serena
junto a la mole pétrea de Mesa Bunó.
Allí en Perissa, con el sabor
del vino griego – aspro- y del
calamar a la brasa
tras la siempre estimulante
horiatikí salata.
Arena negra y guijarros tibios
en las límpidas aguas de Perivolos
Apretada muchedumbre al pie
de la volcánica montaña
a cuyo abrigo está la Playa Roja
Descabezada hilera de gigantes-molino
en la laberíntica y blanca
tranquilidad de Emborio
Paisaje panorámico desde el Kastelo
viendo salir la luna sobre Pirgos.
Casitas blancas, iglesias ortodoxas
con sus cúpulas azul añil.
Anafi, como una isla peñón
se difumina entre mar y cielo
fantasma rosa violáceo en la distancia.
Igual que el Profeta Elías antes de ser arrebatado
por el carro de fuego
subimos a lo más alto de la isla
que es ese sitio cuyo nombre se repite
por todo el Egeo
Profitis Eliis.
Tortuoso camino permite acceder
A las ruinas de Paleo Thira
Estratégico rincón
Acrópolis vetusta y pobre
En la aspereza de Mesa Bunó
Que nos habla de un tiempo
De Humanidad en permanente guerra
De horizontes con naves
Y soldados en ellas.
Abajo en el resto de isla situado
En el sur
Tras milenios olvidada bajo capas de pómez
La vieja Akrotiri
Ha sido exhumada
Pompeya del mar de Creta
Talasocracia sepultada bajo metros de escombros
Expulsados por la ira de Efestos
Que hizo volar en pedazos
La isla casi entera
Creando a la vez la Caldera
(para los turistas)
Y el mito de La Atlántida
(para los poetas).
Momentos de sosiego buscando a mediodía
La escasa sombra arriba en Firostefani
Un baño refrescante abajo en Monolitos
O al anochecer saboreando un buen pulpo
En la taberna de Giorgos, en Kamari
Un albañil emigrante a Alemania
Que se expresa con soltura en alemán y español
Y aún recuerda lo que aprendió de latín…
Lo que nunca falta es ver la caída de un rojo sol
Sobre el Ferry que se aleja hacia Ios
para seguir después por Paros al Pireo.
Hay que estar en Oia, entre la muchedumbre
Agolpada junto al restaurado molino
Tras la vieja iglesia ortodoxa
Sobre los muros del castillo al final
De la vereda que asciende del puerto
Para inmortalizar el momento
Para todos irrepetible
Aunque sepamos que ocurrirá día tras día
La silueta oscurecida de Tirasia, al otro lado,
Parece una ballena cuyos ojos fueran las luces de Manolas.
Un curioso encuentro en la omnipresente taberna
Conduce al intercambio de correos electrónicos
Y desde Canadá, cuando ya no lo espero,
Recibo el mensaje y nuestra foto
Cuya contemplación motiva estos recuerdos.
Italia está ganando aquel partido a Francia
Mientras celebro mi cumpleaños
Bajo los rayos de la luna llena.
¿Seguirá siendo verdad que en Santorini
Hay más burros que personas,
más vino que agua y más iglesias que casas?
Alguna vez debió de ser verdad
para no quitar razón al viejo aforismo
pero ahora es el turismo la nueva religión
y hoteles y apartamentos los nuevos templos.
En el centro de la gran caldera azul,
Nea Kameni, pequeño islote negro, encierra
Bajo su rugosa corteza el volcán activo
Resucitado en los años cincuenta del siglo pasado
Tras milenios dormitando bajo el agua.
En el tiempo de la madre Gea
Nuestra historia es apenas un instante.
Larga vida deseo
A ese “croissant rocoso”,
Hermana pequeña de las Cícladas
En el Mediterráneo aquel de un tal Ulises
Al que Kavafis alargaba innecesariamente
El viaje de retorno a Ítaca, su casa,
Convirtiendo su Odisea homérica
En la madre de todos los viajes.
¿Volveremos?
Lo espero y lo deseo
¡unos años atrás allí fuímos felices!
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